Sara, no nos quieren calladas. Quieren que te calles tú, que no es lo mismo. Y yo también quiero que te calles. Dices unas sandeces de órdago. No representas lo que debe ser una mujer. Representas lo que debe ser un magnífico florero.
Este es el resumen de todo.
Nos quieren calladas, sin voz sobre temas que incomoden, esos que “les pertenecen” por usos y costumbres.
Pero lo siento, señores…
Eso no va a pasar.
Hablad, queridas… Hablad.
Es nuestro turno. Tenemos la palabra.