La reforma a la salud está acabando con uno de los principales avances del modelo actual: el aseguramiento social (que tenemos hoy) que brinda protección financiera a los hogares, lo que ha permitido que Colombia tenga uno de los gastos de bolsillo más bajos de la OCDE: 14%
En la propuesta actual se elimina el modelo de aseguramiento en la medida en que no hay un tercero que gestiona el riesgo, ni financiero ni en salud: 1) el riesgo financiero lo gestionará el Estado a través de la ADRES, lo cual es problemático porque ADRES financiará a la oferta a los CAPS y hará compras abiertas en mediana y alta complejidad (ausencia de contratos que promoverá el pago por evento). 2) Y el riesgo en salud tampoco tendrá un responsable claro, porque estará atomizado entre los CAPS, en los relativo a atención primaria; entre las gestoras de salud y vida, entre las coordinaciones regionales (burocracia política), entre las redes y MinSalud.
¿Qué predicen los expertos que pasará en este nuevo esquema? El presupuesto (finito) se agotará rápidamente, los servicios de salud colapsarán entre el desbordamiento y la malversación, el Estado fallará en la gestión integral de la prestación de los servicios de salud y la gente terminará gastando más dinero de su bolsillo en seguros privados y atención privada.
La protección financiera de los hogares es uno de los más importantes avances de nuestro sistema, amén de los desafíos que aún persisten. Retroceder en lo construido en esta materia es un error garrafal que tomará décadas recomponer.